domingo, 30 de noviembre de 2014

Las `ramonerías´ de Eduardo Berti

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Los garabatos que hacemos cuando hablamos por teléfono son la taquigrafía de lo que no decimos.
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La pipa quería consagrarse a la música y ser instrumento de viento, pero se han hecho humo sus anhelos.
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En los calendarios que se deshojan siempre es otoño.
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Los que se atusan el bigote parece que dan cuerda a su sonrisa.
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La mayor parte de la sabiduría de la naturaleza es que las sirenas, por suerte, no salieron al revés.
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El pelo de la sopa es la firma del cocinero descuidado.
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Las mariposas no entienden por qué las flores no vuelan.
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Los que llevan un lápiz detrás de la oreja cargan con secretos aún por escribirse.
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El viento se enfrasca en los periódicos tendidos en la calle a ver qué dicen de la tempestad de la víspera.
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Para los animales, los escritores de fábulas son meros naturalistas.
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La cortadora de césped  es una máquina aspiradora que estudió peluquería.
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Un ventilador es una hélice dándose grandes aires.
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¿No será que la misma novedad del cine dejaba mudos a los primeros actores?
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A partir de una ramonería de Eduardo Berti.
A la hora de la siesta soñamos cuentos; por la noche, novelas; pero cuándo soñamos los microrrelatos, ¿acaso despiertos?
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* Estas ramonerías forman parte del libro de Eduardo Berti, La vida imposible, Páginas de Espuma, Madrid, 2014.
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4 comentarios:

ÁNGEL dijo...

En las cabezadas que uno da en el metro, Fernando, imagino. (En lugar de metro, entiéndase cualquier medio de transporte público al uso; no una bicicleta, por ejemplo).

Fernando Valls dijo...

Esperemos que no, Ángel.

Pedro Herrero dijo...

En mi caso, a las dos o las tres de la madrugada, cuando me levanto de la cama por necesidades diuréticas. En el tiempo que tardo en volver a dormirme, más de una vez he hallado aquella maldita palabra que andaba buscando para cerrar un texto.

Isabel Mercadé dijo...

Todos son buenos, pero el primero es magnífico. Cuánto les gustaría a los lacanianos!